lunes, 25 de abril de 2016

Mil soles

Un proverbio hindu dice: "En el reverso de las nubes, hay mil soles".
Hay cosas que ocurren a diario que dan sentido a esta frase.
Hoy visitamos a una familia de la escuela en el barrio mas pobre de una aldea. Se que era el mas pobre porque la traductora me confirmo que alli vivian las personas de casta mas baja. Y porque la unica habitacion que tenia la casa no era mas que un almacen de 10 metros cuadrados al que se accedia por un pasillo, todo lleno de moscas por la suciedad y el desorden.
Se tambien que en el reverso de esa situacion hay una historia. Y que es una historia tierna y llena de luz y de esperanza.
Nandini es traviesa, alegre, afectuosa, abre mucho los ojos cuando escucha un nuevo sonido con sus audifonos, tiene ganas de expresarse, de hacerse entender, de jugar, de mostrarnos su casa. Su madre es una belleza india, tartamudea cuando habla, es analfabeta, se ha puesto un sari muy elegante, bindi y pendientes de fiesta, responde siempre que si, con una sonrisa condescendiente. Los vecinos vienen todos a la entrevista, se colocan en hilera junto a la casa, hablan de la Fundacion. La prima nos trae un refresco y cuando lo dejo a un lado, vuelve a ponerlo una y otra vez delante de mi para que lo tome; lee casi silabeando las recomendaciones en telugu que le dejamos en papel a la familia. Es una situacion comica, amable y embarazosa al mismo tiempo. La madre esta muy contenta, porque Nandini va a la escuela y ahora responde a su nombre cuando le llama.
La sensacion que me llevo de camino a casa es extrania. Algo tenemos que hacer mal en occidente cuando todas los cachivaches son pocos para nuestros hijos y tenemos tantas quejas de la escuela y tantas preocupaciones de futuro.
En la carretera, varios camiones llevan de vuelta a los jornaleros del campo a sus casas, despues de una jornada bajo el sol, a 44 grados. Hombres y mujeres. Algunos casi ninios. Algunos casi viejos. Al adelantarlos, observo como los chicos parecen felices, bromean, se divierten. Los viejos tienen fuerzas para sonreir y decirnos adios al pasar. Ni un gesto de fastidio al vernos dentro de un jeep con aire acondicionado, comodos y seguros.
Algo tenemos que hacer mal en occidente cuando nuestros gestos al volver del trabajo son de frustracion, cuando nos impacientamos de camino a casa, gritamos y tocamos el claxon, enfadados con el conductor de delante y miramos con recelo al emigrante, agarrando bien la cartera en un acto reflejo.
En el reverso de las nubes, hay mil soles. Asi es como yo siento la India, cada vez mas.