sábado, 25 de junio de 2016

Pequeñas cosas cotidianas extraordinarias


- Llegar del mercado de la fruta y que un mono te robe la bolsa de sandías y te enfades mucho. Llamarle cabrón. Que se le pongan los pelos de punta y te grite. Que se lleve tu sandía.
- Encontrar una mantis en el porche de casa y que te mire frente a frente con ojos grandes de alienígena.
- Atravesar una calzada sin carriles con rickshaws y motos y bicicletas paso a paso, despacio y sin sobresaltos, mientras el tráfico te esquiva.
- Tener que avisar al vecino de que tienes una culebra en casa de pequeño tamaño, pero aspecto poco amigable.
- Que te cornee una vaca mientras paseas por la ciudad.
- Enrollarte en una tela de saree para acudir a una fiesta y enjoyarte como una princesa.
- Que los niños del pueblo corran detràs de tu bicicleta haciendo rodar con un palo ruedas de neumàtico y riendo a carcajadas.
- Que la vecina te ofrezca todas las mañanas a su bebè de pelo rizado y ojos negros, porque es una niña y ella tiene dos màs.
- Que te sirvan arroz de primero y arroz de segundo y cuando llegue el postre te den más arroz con yogur.
- Encontrar una mariposa en la cocina de la casa de tu amiga y jugar con sus hijas a dejarla posarse en tu mano.
- Montarse con 20 personas más en un auto-rickshaw de un metro cuadrado habilitado para 6 pasajeros.
- Llegar de la escuela y jugar a la Gallina Ciega con los niños y niñas del Campus mientras está lloviendo a cántaros.

sábado, 18 de junio de 2016

Los ojos de un niño

(Una amiga me pidió que le describiese a su hijo pequeño la India y esto es lo que se me ocurrió hacer. Como todos conservamos un poco la mirada de un niño, seguro que lo entendemos).


Me llamo Pavithra y voy a una escuela de niñas sordas en un pueblo del sur de la India. La India es como un triángulo enorme. Yo vivo cerca de la punta en un lugar de color tierra y naranja, muy seco. Aquí casi no llueve. Para tener agua en casa hay que ir a la fuente del pueblo y llenar un cántaro. Cuando llega el monzón (el monzón es una cosa que trae nubes negras de lluvia) aquí no deja mucha agua. Por eso a veces estamos tan cansados, porque hace mucho calor, mucho, mucho. El primer día de lluvia miramos al cielo y bailamos de alegría. Nosotros no llevamos paraguas y tampoco usamos zapatos. Bailamos en los charcos y nos mojamos el uniforme de la escuela. Lo malo de la lluvia son los mosquitos, hay muchos y muy pesados y algunos nos pican y nos ponen enfermos.

Llevo uniforme en la escuela, un vestido largo que se llama punjabi y unos pantalones de algodón. Pero cuando me haga mayor vestiré sarees. Los sarees son telas de colores, los más elegantes con hilos de plata y oro, que se enrollan en el cuerpo. Llegan hasta los tobillos, porque en mi país, no es educado enseñar las rodillas ni los tobillos si eres una mujer. Cuando sea mayor, me voy a pintar todos los días un punto rojo en la frente y llevaré pulseras de colores que suenen tintineando cuando camine y me dibujaré flores y hojas en las manos con henna (la henna es un tinte que se consigue machacando las hojas de un árbol). Mis padres me casarán con alguien que ellos consideren un buen chico, aunque yo no lo conozca, seguro que el hijo de alguno de los otros campesinos del pueblo.

Guardo el uniforme en una bolsa de viaje muy pequeña junto con el jabón, la pasta de dientes y el aceite de coco. Mis compañeras me ponen aceite de coco en el pelo por la mañana. Yo soy aún pequeña y en el colegio, donde vivo, ellas se encargan de mí cuando las ayas están ocupadas. Las ayas son las mujeres que nos cocinan, nos bañan y nos cuidan cuando estamos enfermas. Vivo en el colegio porque el pueblo donde nací está lejos lejos. Cuando mis padres vienen a verme tienen que caminar mucho rato y coger un autobús que atraviesa caminos y carreteras con baches y luego caminar otra vez. Así que no vienen mucho. Los domingos yo juego con mis amigas en el patio. Jugamos con los palos, con ruedas de neumático, jugamos al cricket con una pelota y un bate (el cricket es el deporte más famoso de mi país), corremos o pasamos un rato en los columpios. Por la noche, a veces, vemos la tele. Luego colocamos unas alfombras en el suelo y nos echamos a dormir en una habitación vacía con algunos baúles donde se guardan nuestras cosas.

Lo que más me gusta es el chocolate. Es difícil conseguir chocolate aquí porque cuesta muchas monedas de rupia. Yo nunca tengo más de una o dos rupias en el bolsillo y mis padres no pueden gastar dinero en chocolate. Aquí lo que comemos es arroz. A la mañana y a la noche y a veces también para desayunar. Lo acompañamos de sambar y papu, que son algo así como sopas de verduras muy muy picantes. Comemos con la mano derecha, sé que vosotros usáis una cosa que se llama cuchara, nosotros no sabemos cómo se come con eso. De postre casi siempre hay plátano, porque la fruta, en mi pueblo, cuesta mucho dinero, y perugu, yogur de leche de búfala. A veces tenemos que comer el plátano con cuidado de que no venga un mono y se lo lleve.

Hay muchos monos en la escuela. Son muy traviesos y les gusta robar. A mi profe una vez, cuando venía del mercado, un mono le llevó la bolsa de las sandías. Ella estaba muy enfadada, pero el mono le gritó mucho y se le pusieron los pelos de punta. Mi profe es de vuestro país. Le gusta sentarse con nosotros en el suelo y nos enseña muchos juegos. Nosotros aprendemos repitiendo las lecciones en voz alta y tenemos solo una pizarra pequeña para hacer las cuentas o dibujar cuando tenemos un rato de descanso. A ella le hemos enseñado a ella a pintar rangolis. Los rangolis son figuras de colores, triángulos, cuadrados y círculos perfectos. Los dibujamos en la pizarra y en los cuadernos, pero también en el suelo con polvo de colores cuando es fiesta en el pueblo. Los ponemos en la puerta para dar la bienvenida a los visitantes.

Hay muchas fiestas en mi pueblo porque nosotros tenemos muchos dioses diferentes. Ganesh tiene cabeza de elefante y da buena suerte. Otro es un mono, se llama Hanuman es un gran guerrero. Pero el más importante es Shiva; tiene un tridente y una serpiente alrededor del cuello. La gente reza todos los días tres veces y se pone polvillo rojo en la frente. Cuando va al templo da tres vueltas alrededor antes de sentarse a rezar. Los dioses nos protegen. Pero hay que ser buena persona. Y limpiar la casa con incienso algunas veces.

Las casas aquí son muy pequeñas, tienen una sola habitación o dos. Cuando voy a mi pueblo en vacaciones, comparto mi cuarto con mi hermana mayor, mis padres y mi abuela. Tenemos todo ordenado en estanterías, una para los trastos de la cocina, otra para la ropa, los sarees, las toallas. En el baño un agujero en el suelo y un cubo para lavarnos. Nada más. Comemos en el suelo, dormimos en el suelo. Nos juntamos a charlar sentados en el suelo, en círculo y tomamos chai (un té con especias). La puerta de mi casa está siempre abierta y a veces se acercan vecinos o parientes y hablamos de lo que nos ha pasado ayer o esa misma mañana.

No sé qué cosas hacéis vosotros. Mi profe de España me ha contado que sois muy diferentes, que coméis cosas diferentes, que vestís diferente, que vivís en casas muy altas. Pero si pudiese conoceros nos íbamos a llevar bien, porque estoy segura de que os gusta jugar, bailar y correr tanto como a mí y los helados y los animales y que mamá os dé abrazos. Así que, al final, yo creo que no somos tan distintos.