martes, 24 de mayo de 2016

Cómo comerte una tableta de chocolate

El pequeño se despidió de su abuela en el borde de la carretera. Antes ella le había metido en la mochila deshilachada una botellita de agua y una tableta de chocolate.
Para que nos entendamos, las tabletas de chocolate son lingotes de oro en esta región. Es difícil y caro encontrar un buen chocolate. Así que es un regalo excelente. No entiendo cómo el niño no saltó de alegría cuando vio lo que su abuela le estaba guardando para el viaje. Pero más tarde sí comprendí su valor.
La primera vez que sacó la tableta de la mochila, acarició el envoltorio con las manos y la dio dos o tres vueltas para medir bien sus dimensiones. Enseguida la volvió a guardar y estuvo mirando un rato por la ventana. Había puesto la mochila en su regazo y a veces me observaba de reojo con cierta extrañeza. 
Para que nos entendamos, el autobús a Kalyandurg no tiene gran afluencia de "english woman" (como ellos nos dicen). Tal vez fuese la primera vez que veía a una extranjera.
La vez siguiente sacó la tableta y abrió el envoltorio por un extremo con mucho cuidado. Luego se lo acercó a la nariz y olió durante unos segundos el paquete abierto. Para mi sorpresa, lo cerró y volvió a guardarlo.
Casi diez minutos después volvió a sacar el chocolate de la mochila, lo abrió con cuidado para no romper el papel, cogió una pequeña onza y le pegó un lametón. Miro el cuadrado perfecto que había partido; al momento, este se empezó a deshacer por el calor entre sus dedos. Mordió una esquina de aquel trozo y empezó a masticar lentamente. Aquella onza pegajosa ocupó la mitad de su trayecto en autobús; lo miraba embelesado y lo saboreaba con deleite. Nada distraía su atención. 
Para que nos entendamos, por entonces yo me había zampado ya un paquete de galletas y un plátano y me había bebido la mitad de mi botella de agua.
Cuando terminó, el niño cerró el paquete y lo guardó en su mochila y se le dibujó una sonrisa redonda en los labios manchados de chocolate. Enseguida le di un kleenex que llevaba en mi bolso. El lo cogió y me miró interrogante.
- Dirty mouth- le dije- With chocolat.
El chupeteó con la lengua todo el cerco de chocolate alrededor de la boca y se guardó el pañuelo intacto en el bolsillo del pantalón.
- Thank you- me dijo educadamente.